Social Icons

jueves, 23 de abril de 2015

Extremoduro

Lo que a continuación voy a narrar no es apto para todos lo públicos. A quien no le guste Extremoduro, que no siga leyendo. Que se vaya a tomar por culo.

Allá por el 2000 y poco, un espléndido verano que recuerdo con mi hermano en Yecla. Y esa querida familia. […] Podría publicar entradas y entradas sobre este tema. Pero me ceñiré al acontecimiento:
Recuerdo un Renault 19, y unos primos con buen gusto musical. Unos macarrillas que escuchaban a un tal Roberto Iniesta con su equipo, entre otros. Descubrí un cartucho con muchísimos discos de música, un nuevo mundo se acercaba a mí con tan solo 10 años.



La primera canción que me atreví a escuchar a escondidas en aquel Renault no era otra que So payaso. No hacía más que darle a la ruleta para subir el volumen, a pesar de que sabía que ya estaba a tope. Me eclipsó. Me cautivó. Me transmitió y me enamoró.

Esas noches sólo resonaba en mi cabeza esas instrumentales con esos acordes. Yo ni sabía que aspecto tenían, si seguían vivos o muertos. Solo deseaba seguir escuchándolos al día siguiente.
Al volver a Socovos, con un internet que iba con la línea telefónica (por si no os acordáis, de eso que si quería llamar tu madre tenías que desconectarte) indagué, y mi mundo cambió.

Coño, un ruido del demonio, se mete en mi cabeza, se enciende dentro un puto rayo que no cesa, y desde entonces, no ha cesado. El rayo del rock, de la poesía y del sentimiento.  Cansado de buscar un trocito de cielo me dio por este grupo extremeño.

A pesar de conocerlos muy tarde (me gusta más decir que soy joven) no perdí el tiempo. Tuve el orgullo de poder verlos en Murcia en 2012, “Robando perchas del hotel”. Con un directo increíble. Un ambiente inmejorable. Un sonido que parecía que venía del propio subsuelo, con el que para mí es uno de sus mejores discos, “Ley innata” junto con sus grandes temas. Recuerdo que fueron tres horas de conciertazo, de solos puntiagudos de guitarra a manos de Uoho y una percusión donde el doble pedal del bombo hacía como si mi corazón quisiera salir al escenario a saltar.  Estábamos a la mitad del recinto pero no fue escusa para no disfrutar, como auténticos críos pequeños en un parque infantil, de aquel espectáculo.


Este año, en dos ocasiones, Villena y Albacete, con su disco “Para todos los públicos”, o como más me gusta a mí y a él: “Contra todos los públicos”, y amigos no han defraudado. Tal vez escasos en su lista de canciones de buenos temas  que se han echado de menos, y algunos problemas en el sonido, pero espectáculo 100 % garantizado.


¿Qué pasa cuando mezclamos poesía con rock?

El resultado se llama Extremoduro.



Ahora ya no hay quien me pare ya los pies y en gran parte se lo debo a la música me ha ayudado mucho, y concretamente este grupo, así que voy a intentar reflejaros todo lo que siento, todo lo que aprecio y el amor que he recibido y me inspiran.

Extremoduro para estudiar. Llamarme loco, pero la capacidad de concentración con sus baladas o sus temas más íntimos hacen que sea un día bastante productivo, y si por cualquier cosa es un día flojo de ánimos, al instante me sube el pulso y me entran esas ganas de comerme el mundo.


Extremoduro para el gimnasio. Y creerme que no hay mejor banda sonora para ejercitar el cuerpo. Para hacerte una verdadera máquina de guerra y para que ningún cabrón pueda contigo.


Extremoduro para calmar las noches de insomnio.


Extremoduro para los malos momentos. Extremoduro para los buenos momentos.


Extremoduro para la fiesta. Salir beber  y el rollo de siempre.


Extremoduro para el sentimiento. Extremoduro para el amor. Extremoduro para el desamor.


Extremoduro para el odio.


Extremoduro para la vitalidad.


Extremoduro para vivir.


Me podéis llamar loco, pero prefiero fanático. Quien me conoce lo sabe.
Forma parte de mi vida y va a seguir así durante mucho tiempo, hasta el día que la naturaleza decida que ha llegado mi turno.

Roberto Iniesta, la persona, el músico. Muy criticado por sus palabras y su modo de decirlas. Por no cortarse cuando tenía que cagarse en la hostia o cuando paraba conciertos porque tiraban latas de cerveza al escenario. Tiene una bonita historia que os invito a que os informéis.



Roberto Iniesta, el escritor. “El viaje íntimo de la locura”. Y tan íntimo y tan locura. Una especie de cuento con un final abierto.  No utiliza en la contraportada ningún resumen del argumento, sino hace referencia a una metáfora de un cerezo:

“En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera clavada al suelo, que sólo espera que regrese la vida.”

Trata a la naturaleza de una manera increíble, dándole personajes a sus elementos: el sol, la luna o las estrellas.

“El cerezo se ha despertado. Ya había renunciado a todo; se sentía demasiado viejo para nada y se había preparado para el final. Se había resignado a no volverla a ver, pero abrió los ojos y allí estaba ella: la vida; caprichosa, sin dar explicaciones, como ella siempre ha sido. Se ha presentado con más ganas que nunca, y el reencuentro ha sido el más apasionado y exuberante que hayan tenido jamás. El cerezo entero es una fiesta de flores blancas. Don Severino, a pesar de haber salido todos los días para hacer sus mediciones, no ha visto las flores. Sabe que están. Ocurre cada primavera.”

Deja lugar a las reflexiones:

“No transcurría un invierno sin que don Severino se hiciera la firme promesa de arreglar el jardín en la siguiente primavera, y no había llegado el verano que viera cumplido el sueño. Por eso el deseo permanecía vivo, porque un sueño es un deseo que desaparece si se deja coger. Un sueño cumplido es un deseo muerto.”

La portada, una gran escena del libro. Impresionante.


¿Qué importancia tiene el presente? ¿Nos pre-ocupamos por el futuro demasiado? Como dice él.

Sucede que se me ha alegrado el día cuando me pongo los auriculares y entro en modo standby.


@desoalvi
 

Sample text

Sample Text

Sample Text